El Canon Pisquero
La tradición pide pureza entre los 38º y 42º. Ni más ni menos. Se sirve el líquido transparente, se admira el producto en la copa, se huele, se toma. De golpe. Pasa así el trago por la garganta y al estómago. El calorcito es ineludiblemente tan patrio como pisquero. Y, entonces, se repite. Y repite, nuevamente. Todas las veces que sea necesario. Ahí se da que para los no conocedores, esta prueba con la bebida nacional es de miedo. Pero para los patriarcas del pisco, es el diario. Es la vida misma. El amor. Y aquel es el retrato que el fotógrafo Alex Kornhuber busca rescatar con un proyecto de libro para dar a conocer a las figuras icónicas del pisco.
El proyecto es, así, el redescubrimiento,
entre tantos otros, del añejo Rodolfo ‘Chaucato’ Mejía, fundador de la
Federación de Bebedores de Ica. Sí, el FBI, “cuyas siglas también son
entendidas por muchos como la Federación de Borrachos de Ica”, cuenta
Kornhuber: “Chaucato es un grande, reconocido en el mundo del pisco.
Cuando he conversado con él me ha dicho que toda la vida ha mantenido
cinco borracheras diarias: en la mañana, media mañana, a la hora del
almuerzo, a media tarde y en la noche. Pero, claro, nunca le afecta”.
Y
de Chaucato sale el hijo, pero no biológico: el FBI, la más importante
cofradía de bebedores. “Son como los masones, con ceremonias cuando
reclutan nuevos miembros –explica Kornhuber–. Es selectiva, para entrar
bastan tus performances como pisquero, sea como productor y como
bebedor. En las reuniones se toma y se acabó: prohibido hablar de
política, de deportes, etc. Es gente experta a la cual el pisco no le
mueve la cara. Y Chaucato es el padre”.
MATRIARCAS DE LA UVA
“El proyecto del libro busca ser un
documental al espíritu del pisco”, apunta Kornhuber, quien se apoya en
John Santa Cruz para el tema investigativo histórico: “Existen muchos
libros, sí, pero todos son iguales, centrándose en la uva. Yo quiero a
los personajes, su universo: a los grandes y pequeños, a los
artesanales, a las joyitas escondidas, como los de Caravelí. Sin ellos,
no hay pisco. Esa gente que se emborracha, que coge su copa de manera
diferente, empapados de sudor al mediodía: ese es el espíritu”.
Y
en esa conjunción de ánimas también están ellas, las mujeres machas,
que demuestran que el pisco no es solo de hombres. Mujeres como Rina
Elías, por ejemplo, “una dama súper orgullosa de lo que hace, productora
que siempre participa en concursos y gana medallas. Tiene una devoción
sin igual por esta bebida”, cuenta.
Lo mismo Juanita Martínez,
catadora de ley y mandamás de Tres Generaciones, una tradición familiar
de más de 155 años. “El pisco es el jugo más preciado que botan las uvas
del mundo”, le confesó a CARETAS dos años atrás. Igualmente, que el
pisco es su hidratante natural desde joven, épocas en que la usanza
ordenaba un brindis en un vaso –en cuya base figuraba el rostro de
Satanás y en el borde, el de Cristo– y hecho con eufonía: “Vamos a
ahogar al diablo, hasta verte Cristo mío”. Y seco.
OBSESIÓN Y TRADICIÓN
La
búsqueda de los íconos también ha llevado a Kornhuber a las figuras de
Alberto Di Laura y Julio Sotelo. “Alberto es uno de los que más me ha
impactado porque tiene, para con el pisco, una dedicación de monje
–explica–. Él es distinto: pone sus uvas en el piso, las tiene mezcladas
y se encierra, solo, en Quilmaná a hacer su pisco. Les habla a las
uvas, las selecciona prácticamente una por una, siendo meticuloso al
extremo y usa sus dos alambiques, de Francia y Portugal, para hacerlo
todo”.
Sotelo, por otro lado, es uno que guarda la tradición alrededor de la
bebida. Según Kornhuber, “antiguamente, era normal organizar fiestas en
la vendimia. Hoy, ya no mucho; pero Julio siempre las organiza en su
bodega, con las reinas de la vendimia pisando las uvas y, luego, con
música, el resto de invitados también bailan sobre éstas”. Sobre las
uvas, que conste.
Estos patriarcas representan la devoción por el
pisco, quedando al límite de una locura pasional, saliendo en las noches
de luna a ver sus viñedos. Cada quien poniendo sus conocimientos para
hacer marcas –y chupetas– únicas. “Todos estos personajes son personas
de campo, con fuerte conexión a la tierra, a la uva y a sus piscos”,
señala. ¿Y a la resaca, también? “Un buen pisco no te produce eso”.
Cortesía: Revista Caretas.