sábado, 27 de octubre de 2012

El Canon Pisquero

 La tradición pide pureza entre los 38º y 42º. Ni más ni menos. Se sirve el líquido transparente, se admira el producto en la copa, se huele, se toma. De golpe. Pasa así el trago por la garganta y al estómago. El calorcito es ineludiblemente tan patrio como pisquero. Y, entonces, se repite. Y repite, nuevamente. Todas las veces que sea necesario. Ahí se da que para los no conocedores, esta prueba con la bebida nacional es de miedo. Pero para los patriarcas del pisco, es el diario. Es la vida misma. El amor. Y aquel es el retrato que el fotógrafo Alex Kornhuber busca rescatar con un proyecto de libro para dar a conocer a las figuras icónicas del pisco.

El proyecto es, así, el redescubrimiento, entre tantos otros, del añejo Rodolfo ‘Chaucato’ Mejía, fundador de la Federación de Bebedores de Ica. Sí, el FBI, “cuyas siglas también son entendidas por muchos como la Federación de Borrachos de Ica”, cuenta Kornhuber: “Chaucato es un grande, reconocido en el mundo del pisco. Cuando he conversado con él me ha dicho que toda la vida ha mantenido cinco borracheras diarias: en la mañana, media mañana, a la hora del almuerzo, a media tarde y en la noche. Pero, claro, nunca le afecta”.
Y de Chaucato sale el hijo, pero no biológico: el FBI, la más importante cofradía de bebedores. “Son como los masones, con ceremonias cuando reclutan nuevos miembros –explica Kornhuber–. Es selectiva, para entrar bastan tus performances como pisquero, sea como productor y como bebedor. En las reuniones se toma y se acabó: prohibido hablar de política, de deportes, etc. Es gente experta a la cual el pisco no le mueve la cara. Y Chaucato es el padre”.

MATRIARCAS DE LA UVA

“El proyecto del libro busca ser un documental al espíritu del pisco”, apunta Kornhuber, quien se apoya en John Santa Cruz para el tema investigativo histórico: “Existen muchos libros, sí, pero todos son iguales, centrándose en la uva. Yo quiero a los personajes, su universo: a los grandes y pequeños, a los artesanales, a las joyitas escondidas, como los de Caravelí. Sin ellos, no hay pisco. Esa gente que se emborracha, que coge su copa de manera diferente, empapados de sudor al mediodía: ese es el espíritu”.
Y en esa conjunción de ánimas también están ellas, las mujeres machas, que demuestran que el pisco no es solo de hombres. Mujeres como Rina Elías, por ejemplo, “una dama súper orgullosa de lo que hace, productora que siempre participa en concursos y gana medallas. Tiene una devoción sin igual por esta bebida”, cuenta.
Lo mismo Juanita Martínez, catadora de ley y mandamás de Tres Generaciones, una tradición familiar de más de 155 años. “El pisco es el jugo más preciado que botan las uvas del mundo”, le confesó a CARETAS dos años atrás. Igualmente, que el pisco es su hidratante natural desde joven, épocas en que la usanza ordenaba un brindis en un vaso –en cuya base figuraba el rostro de Satanás y en el borde, el de Cristo– y hecho con eufonía: “Vamos a ahogar al diablo, hasta verte Cristo mío”. Y seco.

OBSESIÓN Y TRADICIÓN

La búsqueda de los íconos también ha llevado a Kornhuber a las figuras de Alberto Di Laura y Julio Sotelo. “Alberto es uno de los que más me ha impactado porque tiene, para con el pisco, una dedicación de monje –explica–. Él es distinto: pone sus uvas en el piso, las tiene mezcladas y se encierra, solo, en Quilmaná a hacer su pisco. Les habla a las uvas, las selecciona prácticamente una por una, siendo meticuloso al extremo y usa sus dos alambiques, de Francia y Portugal, para hacerlo todo”.

Sotelo, por otro lado, es uno que guarda la tradición alrededor de la bebida. Según Kornhuber, “antiguamente, era normal organizar fiestas en la vendimia. Hoy, ya no mucho; pero Julio siempre las organiza en su bodega, con las reinas de la vendimia pisando las uvas y, luego, con música, el resto de invitados también bailan sobre éstas”. Sobre las uvas, que conste.
Estos patriarcas representan la devoción por el pisco, quedando al límite de una locura pasional, saliendo en las noches de luna a ver sus viñedos. Cada quien poniendo sus conocimientos para hacer marcas –y chupetas– únicas. “Todos estos personajes son personas de campo, con fuerte conexión a la tierra, a la uva y a sus piscos”, señala. ¿Y a la resaca, también? “Un buen pisco no te produce eso”.

Cortesía: Revista Caretas.


 

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